LAS LESIONES DE CRISTO
Un estudio
científico de la Sábana Santa
El cirujano
maxilofacial Rafael Martín-Granizo analiza en este trabajo las marcas de la Sábana Santa de Turín, el trozo de lino más famoso y discutido de la historia, en el que pueden apreciarse lesiones
faciales y corporales, atribuidas a Cristo, propias del martirio y la crucifixión. Si bien los orígenes del sudario y su fi gura son objeto de debate entre científicos, teólogos, historiadores e
investigadores, Martín-Granizo extrae de él una gran cantidad de datos clínicos.
La Sábana
Santa o Síndone, que se conserva en Turín (Italia), es una prueba fehaciente del padecimiento que una persona sufrió hace mucho tiempo. Refleja fielmente un momento puntual del martirio al que fue
sometido Cristo. Posiblemente ninguna pintura en aquel entonces podría haber reflejado con tal exactitud las marcas que la Sábana Santa muestra.
Las lesiones
faciales que muestra el Santo Sudario son
- fractura de la nariz o pirámide nasal;
- gran hematoma en el pómulo derecho, que indica una fractura malar derecha desplazada con hundimiento de la zona y
fractura asociada del suelo de la órbita con un desplazamiento del ojo hacia medial;
- fractura de la mandíbula y rotura asociada de dientes;
- y hematoma en el lado derecho de la frente
En la cabeza
se pueden identificar hasta 33 marcas de las perforaciones producidas por las espinas de la corona, 13 en la frente y 20 en la región occipital
Pero, sin
duda, la peor parte de su tortura fue la flagelación, ya que durante la crucifixión Jesús ya estaba muy debilitado y expiró relativamente pronto (no fue necesario fracturarle las piernas con
el crurifragium o mazo de madera).
- En el cuerpo de la Sábana Santa se han hallado 120 heridas producidas durante la flagelación.
- lesión anular doble, paralela en el tobillo izquierdo, compatible con una cuerda atada con doble
pasada–
- graves excoriaciones en ambas rodillas (más la derecha) y en la cara. Además, el roce del madero en su cuello y la
espalda están bien reflejados en la Sábana, aunque le protegía ligeramente la larga coleta de su pelo (al estilo judío de la época).
HERIDAS DE LOS
CLAVOS
- se dañó el nervio mediano, nervio sensitivo y motor que provoca un dolor paroxístico y neurálgico que en muchas
ocasiones provoca la pérdida del conocimiento de la víctima. Por eso los pulgares están encogidos y su huella no se ve en la Sábana.
- Jesús fue arrastrado, lo cual abrió de nuevo sus heridas, y elevado a plomo hasta el extremo del stipes, donde se le
clavaron los pies con un solo clavo.
LA
LANZADA
- Se ve una lesión de 1,4 por 4 centímetros, que son las dimensiones de los pilum que se
conservan de aquella época. A diferencia del resto de las heridas, en que la sangre está coagulada –emanada y fijada in vivo–, la del costado está desecada- emanada y fijada post
mórtem–. Además, por los restos de sangre, que se ve que es venosa y mezclada con líquidos serosos (sangre y agua), se puede investigar el recorrido que hizo la lanza dentro de la caja torácica.
Irrumpe en la misma por el 4º o 5º espacio intercostal derecho, rasga la cavidad pleural liberando el derrame pleural secundario principalmente a la a la flagelación, a continuación rasga el saco
pericárdico liberando también líquido pericárdico, y por último penetra en aurícula derecha, cavidad llena de sangre venosa.
CAUSA DE LA
MUERTE
Cristo
falleció posiblemente por un shock hipovolémico traumático (pérdida masiva de sangre y líquidos), lo cual, asociado a una hipoventilación (asfixia) por la posición en la cruz, provocó una
insuficiencia cardíaca aguda y una parada cardiorespiratoria.