Epistemología (del griego, episteme, ‘conocimiento’; logos, ‘teoría’), rama de la filosofía que trata de las cuestiones filosóficas que envuelven a la denominada teoría del conocimiento. La epistemología se ocupa de la definición del saber y de los conocimientos afines, de los orígenes, de los criterios, de las categorías de conocimiento posible y del grado con el que cada uno resulta cierto; así como de la conexión exacta entre el que conoce y el objeto conocido. Para los partidarios del racionalismo (entre los que se distinguieron el francés René Descartes, el holandés Baruch Spinoza y el alemán Gottfried Wilhelm Leibniz) la substancial fuente y prueba final del conocimiento era el razonamiento deductivo fundado en principios evidentes o axiomas. En su “Discurso del método” (1637), Descartes promovió el nuevo abordaje que podía permitir alcanzar la certeza y el fundamento de la racionalidad. Desde el siglo XVII hasta finales del siglo XIX la epistemología enfrentó a los seguidores de la razón y a los que pensaban que la percepción era el único medio para adquirir el conocimiento. Por una parte, la Escuela de Viena anexa al denominado empirismo o positivismo lógico e hizo hincapié en que sólo era viable una clase de conocimiento: el conocimiento científico. Sus miembros creían que cualquier conocimiento útil tenía que ser verificableen la experiencia y, por lo tanto, que mucho de lo que había sido dado por adecuado por la filosofía no era ni verdadero ni falso, sino desprovisto de sentido. A la postre, siguiendo a Hume y a Kant, se tenía que establecer una clara separación entre enunciados analíticos y sintéticos. El llamado criterio de verificabilidad del significado ha sobrellevado cambios como consecuencia de las discusiones entre los propios empiristas lógicos, así como entre sus críticos, pero no ha sido descartado. La moderna de estas recientes escuelas de pensamiento, englobadas en el campo del análisis lingüístico o filosofía analítica del lenguaje común, aparenta romper con la epistemología tradicional. Los analistas lingüísticos se han planteado estudiar el modo real en que se usan los términos epistemológicos clave (conocimiento, percepción y probabilidad) y formular reglas definitivas para su uso con objeto de evitar confusiones verbales. Ciencia (en latín scientia, de scire, ‘conocer’), término que en su sentido más amplio se emplea para referirse al conocimiento sistematizado en cualquier campo, pero que suele aplicarse sobre todo a la organización de la experiencia sensorial objetivamente verificable. La búsqueda de conocimiento en ese contexto se conoce como ‘ciencia pura’, para distinguirla de la ‘ciencia aplicada’ —la búsqueda de usos prácticos del conocimiento científico— y de la tecnología, a través de la cual se llevan a cabo las aplicaciones. Ahora bien, si tratamos de analizar qué lugar ocupa la criminalística en este universo de conocimientos se hace menester determinar la clasificación de las ciencias. Éstas pueden ser diferenciadas entre las ciencias exactas y las fácticas. Las primeras se fundan en el razonamiento deductivo; la deducción formal o lógica consiste en que a partir de unas premisas, representadas con símbolos, y a través de reglas, obtenemos una conclusión (deducimos la conclusión). Basados en principios evidentes y axiomas, aplican el método deductivo, es decir sin aplicación fáctica. De hecho las ciencias exactas por excelencia son la matemática pura y la lógica formal, las demás, es decir todas las otras, son esencialmente fácticas.Las fácticas se componen de naturales y culturales, pero debemos profundizar en esto, pues desde elsiglo XIX hasta ahora las clasificaciones previas pueden tornarse arbitrarias. De hecho, el método científico de los griegos se basó en la “deducción”, éxitos obtenidos en el campo de la geometría entusiasmaron tanto hasta el punto de cometer dos serios errores, primero llegaron a considerar a la deducción como único método respetable de alcanzar el conocimiento. Tenían, es cierto, conciencia de que para ciertos problemas la deducción era inadecuada por su génesis abstracta, por ejemplo, al medir la distancia entre dos puntos, no basta con el solo hecho de observar la naturaleza. No obstante, siempre se avergonzaron de esta necesidad y consideraron que el conocimiento más excelso era simplemente el elaborado por la actividad mental o la abstracción. Por muchas razones, se habían sentido satisfechos al aceptar los hechos “obvios” de la naturaleza como punto de partida para sus razonamientos. No existe ninguna noticia relativa a que Aristóteles dejara caer dos piedras de distinto peso para demostrar su teoría. A los griegos les pareció irrelevante la experimentación, pues ésta interfería en la belleza de la pura deducción, de las ideas abstractas. Pero fue Galileo el que revolucionó y echó por tierra la abstracción griega (deducción), pues éste coloca a la inducción por encima de la deducción. En lugar de deducir conclusiones, el Método inductivo toma como punto de partida la observación de la que deriva posteriormente (axiomas, principios, leyes científicas) y además concluye que no puede sostener ninguna generalización, a menos que sea comprobada una y otra vez (estadística); con la aparición del método inductivo, se establece que miles de observaciones que definen una cosa, pueden ser refutadas por una sola y única prueba. La verdad absoluta, es una frase carente de sentido, y los griegos no reconocían tal limitación, y este fue su segundo error, como nos aclara Isaac Asimov.